viernes, 27 de marzo de 2015

ESCULTURA ROMÁNICA EN MADERA.


Pieza fundamental en el arte románico, aunque quizás ligeramente abandonada en un segundo plano, es la escultura en madera. Cristo y la Virgen con el niño son los motivos más representados en la imaginería románica.

 


 
 
 
Se creaban estas imágenes para ornamentar el mobiliario de las iglesias como por ejemplo el maravilloso retablo del altar de Santa María de Taüll, del Siglo XII. En él centro vemos un Cristo en majestad inscrito en una mandorla y rodeado por el tetramorfos. Así mismo, en dos niveles y rodeando al Cristo se encuentran los doce apóstoles. Todo el conjunto conserva todavía parte de su policromía.
 

Aparecen los crucifijos coloreados en los que se representa a Cristo, generalmente vivo, clavado en la cruz. Las vestiduras oscilan entre una túnica larga y entallada cuando Cristo se figura vivo y unas enagüillas cuando se representa al Cristo ya fallecido.

 
 
 
 
La Virgen suele representarse acompañada del niño, ya sea éste de pie delante de ella o sentado en su regazo. Constituye éste uno de los motivos escultóricos más extendidos del románico, la Virgen como Sedes Sapientiae, como trono de la Sabiduría, trono viviente de Dios. El niño suele representarse con la mano derecha vendiendo y en la izquierda  portando los evangelios o bien la bola del mundo. Se persigue representar la serindad de su divinidad.
 
 

Se caracteriza esta imaginería románica por su frontalidad, hieratismo y severidad en los  rostros. En el caso de la Virgen con el niño, hacia el 1200 comienza a diluirse esta severidad al apreciarse un progresivo giro de la Virgen María hacia el niño.