jueves, 16 de abril de 2015

PINTURA ROMÁNICA.


La mayoría de los asistentes al culto en los templos románicos no sabían leer, con lo cual las fábricas románicas enseñaban a través de imágenes, sirviéndose para ello tanto de la escultura como de la pintura. Tenía esta última un marcado carácter didáctico con el objetivo de transmitir los misterios de la fe con la esperanza en la redención y salvación eterna.

La técnica empleada en las iglesias era la del fresco o pintura mural. Las figuras se dibujaban según ejes verticales y horizontales, siendo la línea el elemento predominante. Se dibujaban las figuras con un punzón y se definían las zonas donde se aplicarían los colores. La pintura se preparaba a base de pigmentos coloreados que se diluían en agua de cal. Luego se aplicaba este tipo de pintura sobre la superficie mural a la que previamente se había añadido una capa de yeso o estuco para alisarla. Esta aplicación debía realizarse cuando el enlucido todavía estaba húmedo, consiguiendo de esta manera que al secarse el conjunto adquiriera gran dureza y resistencia.

La pintura se regía por la llamada regla de adaptación al marco, es decir, que se debía ajustar a las formas creadas por la arquitectura, ya fuera un ábside o un muro. La consecuencia de ello es que las figuras son planas, alargadas y sin perspectiva. Los personajes se escalonan y adoptan diferentes tamaños dependiendo de su relevancia. Ojos y manos adquieren grandes dimensiones ya que son las partes de la anatomía más expresivas desde el punto de vista espiritual.

Se caracteriza la pintura románica también por el hieratismo, frontalidad y falta de expresividad de sus figuras, al igual que ocurría con la escultura.

Los colores que se empleaban eran muy vivos y llamativos, ya que en el interior de los templos predominaba la oscuridad sobre la luz, debiendo resaltar por lo tanto las figuras por medio de colores intensos. Se empleaban el rojo, amarillo, naranja, ocre, verde y azul. El negro servía para perfilar los contornos de las figuras.

Se representaban sobre todo temas religiosos. Los principales episodios y temas de la religión cristiana. Los fondos eran planos para logar resaltar el mensaje que se quería transmitir a los fieles. Los ábsides eran los lugares principales de las iglesias, siendo reservados para representar los temas más representativos e importantes como la Maiestas Domini, Tetramorfos, profetas, apóstoles, santos y a la Virgen María. Se sigue una disposición jerárquica.

La Maiestas Domini, Cristo en majestad o Pantrocrátor, se representaba entronizada bendiciendo con la mano derecha y con el libro de la vida en la izquierda, en el que figuraba la leyenda que confirmaba a Cristo como la luz del mundo. Se le representaba rodeado de la mandorla y el Tetramorfos.

Este último representaba a los cuatro evangelistas acompañados de sus símbolos, aunque en ocasiones estos símbolos aparecen solos: toro (S.Lucas), león (S.Marcos), águila (S.Juan), ángel (S.Mateo).

En ocasiones preside la iglesia la figura de la Virgen. En un escalón inferior, formando una banda horizontal, hay figuras de Apóstoles, Santos y Profetas.

En la bóveda y muros de la iglesia se representas escenas diferentes con temas del Apocalipsis,del Génesis, del Nuevo Testamento, etc…

Debemos destacar también la pintura sobre tabla. Para ello se empleaba la técnica del temple. Los colores se lograban mezclando los pigmentos con huevo o cola y agua templada. Se decoraban los frontales de los altares y pequeños retablos, representando el Pantocrátor dentro de la mandorla y apóstoles en filas superpuestas, la Virgen y también vidas de santos y mártires.

 

 

 

 

 



 

 


viernes, 27 de marzo de 2015

ESCULTURA ROMÁNICA EN MADERA.


Pieza fundamental en el arte románico, aunque quizás ligeramente abandonada en un segundo plano, es la escultura en madera. Cristo y la Virgen con el niño son los motivos más representados en la imaginería románica.

 


 
 
 
Se creaban estas imágenes para ornamentar el mobiliario de las iglesias como por ejemplo el maravilloso retablo del altar de Santa María de Taüll, del Siglo XII. En él centro vemos un Cristo en majestad inscrito en una mandorla y rodeado por el tetramorfos. Así mismo, en dos niveles y rodeando al Cristo se encuentran los doce apóstoles. Todo el conjunto conserva todavía parte de su policromía.
 

Aparecen los crucifijos coloreados en los que se representa a Cristo, generalmente vivo, clavado en la cruz. Las vestiduras oscilan entre una túnica larga y entallada cuando Cristo se figura vivo y unas enagüillas cuando se representa al Cristo ya fallecido.

 
 
 
 
La Virgen suele representarse acompañada del niño, ya sea éste de pie delante de ella o sentado en su regazo. Constituye éste uno de los motivos escultóricos más extendidos del románico, la Virgen como Sedes Sapientiae, como trono de la Sabiduría, trono viviente de Dios. El niño suele representarse con la mano derecha vendiendo y en la izquierda  portando los evangelios o bien la bola del mundo. Se persigue representar la serindad de su divinidad.
 
 

Se caracteriza esta imaginería románica por su frontalidad, hieratismo y severidad en los  rostros. En el caso de la Virgen con el niño, hacia el 1200 comienza a diluirse esta severidad al apreciarse un progresivo giro de la Virgen María hacia el niño.